Autoridad Moral

Diciembre 2010

Si algo está claro a esta altura es que el “modelo” en vigencia implica, como elemento ineludible de su desarrollo, tener el gobierno más corrupto de nuestra historia. Corrupción -o descomposición ética ofensiva- a la vista de todos que no sólo significa robo, sino entronización de todo un sistema de violencia mafiosa y engaño premeditado llevado al nivel de norma social rectora. Retorciendo hasta el punto de quiebre el brazo de las sabias -aunque inocentes- reglas republicanas. Burlando toda defensa institucional que los constituyentes del siglo XIX hubiesen previsto contra esta degeneración tan perniciosa a mediano plazo para los que menos tienen, aseveración demostrada en nuestra actual pérdida de educación, respeto y ética empresarial a todo orden, como masivos generadores de pobreza y desesperanza.

Escuchamos en voz baja de muy altos funcionarios, por cierto, ensayos de defensa pretendiendo justificar lo injustificable bajo el argumento de que todos ellos necesitarán en el futuro abultadas cuentas bancarias, que les ayuden a refugiarse o eludir las consecuencias judiciales de los barbarismos socio-políticos y económicos que hoy están cometiendo.
Declaraciones que deberían ofender profundamente a las muchísimas personas que aún mantienen su dignidad en esta Argentina decadente, al punto de llevarlas a cuestionar su propia actitud de justificación y servilismo impositivo frente a personas que carecen de toda autoridad moral. Ausencia de cuestionamiento íntimo que las va convirtiendo, también por cierto, en ciudadanía co-responsable bajo la misma obediencia conceptual pasiva.

Ni nacimos de un repollo ni esto empezó hace siete años. La verdad sin edulcorantes es que el Estado no debe regalar “planes sociales”, netbooks, subsidios a feed lots ni al transporte sino que debe establecer las condiciones para que cada actor social pague sus gastos por sí mismo, con ingresos “de primer mundo” surgidos de un entorno de gran producción y empleo.

Resulta evidente que nos estuvieron “metiendo el perro”.
El mismo perro ladino con distintos collares (militar, radical, peronista y similares) cuando a todas luces convenía un cambio de perro; no de collar. O mejor aún, no mantener a perro macaco alguno. O al menos y mientras los propietarios evolucionan, no al perrus económicus populista.
Porque señoras, señores, la economía no es un asunto consensual, como tampoco lo es la biomecánica. Es una ciencia exacta que además, condiciona la mayoría de los resultados sociales desde educación a corrupción, pasando por creatividad empresarial o nivel de seguridad pública. Son legión aquí los economistas inútiles y desactualizados (o corrompidos por el poder), como que hay ingenieros y biólogos que no sirven a sus objetivos.

Ciertamente nuestra nación tiene reservas morales con autoridad para barrer y desinfectar esta marea negra que nos hunde cada vez más en la podredumbre y la miseria. Y reservas intelectuales capaces de cambiar el paradigma de empresas nacionales que semejan pingüinos empetrolados, impedidas de expresar la enorme capacidad argentina en libertad a escala mundial, creando riqueza en su camino.

Porque la vanguardia económica de hoy, sabe ya que la mejor y más ética dinámica para las interacciones sociales en la vida real no se compadece con criterios basados en los modelos de estática comparativa surgidos en el siglo XIX, sino que responde a los modernos conceptos libertarios de alta eficiencia, a través de una función empresarial de manos libres creativa, coordinadora, tecnologizada y por propia naturaleza, de gran adaptabilidad.
Se trata un giro copernicano de 180° que deja obsoletos a todos los viejos esquemas intervencionistas de leyes y reglas político sindicales anti-libre comercio y anti-competencia. Es el giro que necesita nuestro bello país para superar rápidamente a sus vecinos y dar un gran salto hacia el verdadero bienestar.

El manejo de los trillones de micro datos y su adición geométrica en constante variación, que surgen espontáneamente de toda la interacción humana (el “mercado”), es algo que supera cualquier pretensión estatal de control benéfico inteligente.
Sepamos que el dirigismo económico y las elevadas cargas impositivas que tenemos sólo frenan, distorsionan y entorpecen el proceso. Creando pobreza donde debería reinar la prosperidad. Creando conflicto donde podría funcionar la cooperación privada. Creando corrupción donde debería imponerse la ética del mérito.

Mientras que el “Estado de bienestar” -basado en anticuados conceptos de eficiencia estática- fracasa en todo el mundo, los novísimos desarrollos de la eficiencia dinámica que privilegian el impulso a los empresarios innovadores que luchan por descubrir y superar los desajustes sociales coordinando creatividad y capacidad…utilizan como huracán a favor la acción simultánea, cambiante y multidimensional de los comportamientos y anhelos de todo aquel que necesita “algo”.

La dimensión ética de este replanteo es igualmente notable, ya que todo tiende a caer en su lugar siguiendo los principios esenciales de “lo moral”, configurados a través de la evolución humana. La libertad absoluta de elección a todo nivel, la no violencia impositiva y reglamentaria estatal, el respeto legal a la propiedad ajena y a las decisiones personales sobre su usufructo, acciones todas generadoras del ambiente cooperativo y creativo necesario, son exclusivamente compatibles con el concepto dinámico de eficiencia en la asignación de los recursos, por medio de la función empresarial. Una función que crea y transforma permanentemente información económica subjetiva, práctica y diseminada, imposible de encorsetar sin dramáticas caídas de productividad (y de ingresos reales para la gente).

La falta de autoridad moral que marca a fuego a la mayoría de nuestros políticos los convierte automáticamente en ineptos para liderar este tipo de revoluciones liberadoras. Neguémosle entonces a estos carceleros aprovechadores disfrazados de corderos (porque eso es lo que son), el apoyo de nuestro voto.

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